Es enero e invierno y apetece una bebida caliente. ¿Por qué no un café, con leche o sin ella? Claro que el café, ya se sabe, puede tomarse en cualquier estación y se disfruta tanto solo como en compañía. Imprescindible para que muchos puedan empezar el día con energía y, además, una de las bebidas más socializadoras que existen. Es una de las tres más consumidas del mundo gracias a su gran versatilidad de preparaciones y cualquier hora del día –excepto la noche, claro- es idónea para deleitarse con un buen café.

Como sabéis, en Disneria somos distribuidores de los mejores productos y aquí os dejamos varias sugerencias para que incorporéis en vuestro día a día. Marcas punteras que seguramente ya conocíais o que vais a conocer a partir de ahora. Porque ya sabéis que a través de este blog queremos teneros al día y acercaros todo tipo de noticias. 

El café sale de las semillas de las bayas que produce este árbol, también llamado cafeto. Se cultiva especialmente en el “cinturón del café”, una franja que comprende países africanos, sudamericanos y asiáticos, en zonas de temperatura y humedad idónea para estas plantaciones. Existen numerosas especies y variedades de café, aunque la arábica, libérica y canephora son las que se cultivan comercialmente para su producción.

Bajo el sello Medalla de Oro se comercializan algunos de los mejores cafés del mercado en sus diferentes presentaciones, tostado, en grano, descafeinado… Desde la gama Premium para convertir cada momento de degustación de un café en un instante único, solos o acompañados, a los descafeinados, siguiendo un proceso de descafeinado natural, solo con agua, que preserva el aroma y sabor del café sin emplear ningún otro producto.

Hay casi tantos cafés como gustos. El natural se obtiene mediante tueste directo a una temperatura entre 200 y 220º. El torrefacto por el tueste de los granos con azúcar. El más habitual es una mezcla entre ambos. En España, a finales del siglo XIX y principios del XX,

los cafés se convirtieron en los lugares de reunión preferidos por los intelectuales de la época como el Café Gijón de Madrid o el Novelty de Salamanca. No había café sin su escritor, ni tertulia que se preciara sin una taza humeante. Balzac se interesó por su investigación y Truman Capote no podía estar sin su vaso. El Nobel Naghib Mahfuz se inspiraba en El-Fishawi de El Cairo.

Y tanto frío como caliente, el cacao es otra buena opción para disfrutar de relajantes momentos. Con el paso de los siglos, el buen cacao mantiene su trono en el olimpo

gastronómico y, la industria alimentaria ha inventado el tetrabrick o el envase para llevar para ahorrar tiempo y esfuerzo al consumidor, lo que ha supuesto un gran avance. A la vez, en los últimos años también se ha vuelto a impulsar la tradición del chocolate casero a la taza

para compartir en torno a una mesa, a la vez que se reinventan las recetas para degustarlo tanto caliente como frío. Una opción cómoda y deliciosa es el Cacaolat en cualquiera de sus versiones: tetrabrick, envases individuales o botellas de litro. 

El chocolate, excelente reconstituyente en invierno, también se puede tomar en otras estaciones del año, incluso las más calurosas. La base de cacao puede servirse fría, con hielo picado, y acompañada de helado, de frutos rojos, con menta, con algún licor… las posibilidades son tantas como imaginación a la hora de tomarlo.